Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


1522
Legislatura: 1893-1894 (Cortes de 1893 a 1895)
Sesión: 12 de abril de 1894
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 105, 3492
Tema: Orígenes y significación de la última crisis ministerial

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Me parece que mi antiguo amigo el Sr. Ferratges oyó con excesiva prevención al Sr. Ministro de la Gobernación. Yo no tuve el gusto de oírle; pero he leído el Extracto de las Sesiones, y no tengo inconveniente en hacer mías todas, absolutamente todas sus palabras, porque en ellas, no sólo no veo ofensa ninguna al Sr. Ferratges ni a los que como S. S. piensan en esta cuestión de los tratados, sino que veo en todas ellas una perfecta corrección. Nada dijo que comprometiera al Gobierno; nada dijo tampoco que pudiera molestar a S. S.

¿Qué querría el Sr. Ferratges que dijera? Es posible que S. S. tomara como ofensa, o por lo menos como cosa desagradable para S. S. y sus amigos, el tono que es peculiar en el Sr. Ministro de la Gobernación, que no habla con la dulzura, con la melosidad con que lo hace el Sr. Ferratges; eso no significa más que diferencia de temperamentos.

Por lo demás, yo recomiendo al Sr. Ferratges que lea lo que el Sr. Ministro de la Gobernación dijo, y se convencerá de la exactitud de mis palabras. No debe tener resentimiento ninguno con el Sr. Ministro de la Gobernación, que no lo merece. Yo empiezo por declarar mías todas cuantas palabras pronunció ayer el Sr. Ministro de la Gobernación, y además, añadiré algunas en consideración a mi amigo el Sr. Ferratges, puesto que me ha hecho una pregunta muy importante, y que yo debo contestar.

Empiezo por declarar que las cuestiones económicas no han debido entrar en el terreno candente de la política; pero poco a poco, por corrientes naturales y quizás por intenciones no muy favorables para nosotros, aquellas cuestiones han tomado cierto carácter político que no se puede desconocer; y si han tomado ese carácter político, el Gobierno no está en el caso de prescindir de él porque está dispuesto a responder siempre en el mismo terreno en que se le combata. (Aprobación.)

Pero fuera de esto, yo le diré al Sr. Ferratges que en los partidos ha habido siempre diversas tendencias en lo que a la cuestión económica se refiere, y que en el partido conservador, en el partido progresista antes y ahora en el liberal, hay esas diversas tendencias. (El Sr. Romero Robledo: Aquí no hay más que una.) ¿No hay esas tendencias?(El Sr. Romero Robledo: No.- El Sr. Silvela, D. Eugenio, pide la palabra.) Ya lo veremos, y yo le demostraré a S. S. con palabras de su ilustre jefe que las ha habido, que las hay y que las habrá en el partido conservador (El Sr. Romero Robledo: No las hay), hasta el punto de que hay muchos conservadores que creen que los tratados son un mal para el país y están en contra de ellos; y hay otros que creen que los tratados son la única salvación para el país. (El Sr. Romero Robledo: ¿Dónde están esos?) Ya los verá S. S. cuando llegue la hora de discutirse esta cuestión. Y entretanto, yo sostengo que hay y no puede menos de haber diversas tendencias en esta cuestión. ¿Y cómo no ha de haberlas en los partidos si las hay en las individualidades? Pues que, ¿no conoce S. S. individualidades que son proteccionistas para ciertas cosas, para aquellas que personalmente les interesa, y son librecambistas para otras? (El Sr. Romero Robledo: Aquí no.- El Sr. Linares Rivas: Ahí las conocemos perfectamente.) ¿No conoce S. S. provincias y regiones que son proteccionistas para ciertos artículos y librecambistas para otros? Pues lo que hay en el individuo y en las localidades no puede menos de haberlo en los partidos, porque, después de todo, ¿qué son los partidos más que representación y personificación de las ideas y de las aspiraciones de las localidades y de los individuos?

Pero en medio de esas diversas tendencias, que siempre se han respetado, que yo he de respetar ahora, el Sr. Ferratges comprenderá que llegan momentos en que los Gobiernos tienen ciertos compromisos que es necesario cumplir por su dignidad, por su buena fe, por su lealtad; y cuando un Gobierno del país se ha comprometido con los de otras Naciones y tiene pactos contraídos, no tiene más remedio que defenderlos con toda entereza, con toda energía, y procurar que las Cortes los aprueben. Las Cortes tienen el derecho de aprobarlos o no; pero si los desaprueba, ya comprenderá el Sr. Ferratges cuál es la suerte del Gobierno. (Muy bien, muy bien.) Y en ese caso yo no haré de esto una cuestión de partido, no; pero diré a mis amigos: "esta es una cuestión de gobierno y si ayudáis a que el gobierno sea en ella vencido, contribuiréis a la caída del poder de vuestro partido. Después de esto, haced lo que vuestra conciencia de hombres de partido os aconseje." (Muy bien, muy bien. Aplausos.)



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL